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Cómo manejar las náuseas

Las náuseas o el malestar estomacal suelen ocurrir antes de que un niño vomite. Los niños pequeños tal vez no sepan que tienen náuseas y por eso es posible que digan que tienen dolor de estómago o que no se sienten bien. Las náuseas casi nunca son graves y suelen desaparecer una vez que el niño vomita o que la enfermedad cumple su ciclo.

¿Cómo puedo cuidar a mi hijo con náuseas?

  • Sírvale una dieta equilibrada, pero no lo obligue a comer.
  • Si los alimentos habituales empeoran las náuseas, pruebe los siguientes consejos:
    • Sírvale alimentos como tostadas, galletas saladas tipo cracker, arroz o puré de papas.
    • Evite los alimentos grasosos, fritos o azucarados.
    • Anime a los niños a comer y beber lentamente cantidades pequeñas.
    • Procure que su hijo evite hacer actividad inmediatamente después de comer.
  • Ofrézcale abundantes líquidos para evitar la deshidratación:
    • Ofrézcale cosas como agua, jugo con más contenido de agua del habitual, sopa, helados de agua o gelatina.
    • Evite las bebidas con gas, como los refrescos, o con cafeína, como el café y el té.

Dele medicamentos para las náuseas únicamente si su médico le dice que puede hacerlo.

Los niños con náuseas no suelen tener mucha energía y solo quieren descansar. Es conveniente tener un cubo cerca por si vomitan.

¿Cuándo debería llamar al médico por las náuseas?

Llame al médico si su hijo tiene náuseas y:

  • vomita más que unas pocas veces
  • tiene dolor abdominal o diarrea acuosa
  • tiene fiebre
  • tiene rigidez en el cuello o dolor de cuello
  • tiene dolores de cabeza muy intensos, frecuentes o que aparecen por la mañana después de levantarse
  • se niega a comer o beber

También debe llamar al médico si las náuseas duran más de una semana o vuelven a aparecer después de haber mejorado.

¿Qué más debería saber?

Aprender qué cosas pueden causar náuseas tal vez lo ayude a estar preparado si aparecen. Algunas cosas, como las infecciones, el estrés, la ansiedad, algunos medicamentos y los mareos causados por el movimiento pueden hacer que los niños sientan náuseas. Lo mismo ocurre con las reacciones alérgicas, el embarazo, la deshidratación y la sensibilidad a ciertos alimentos.