Impartir disciplina a su hijo durante la primera infancia
¿Hay algún padre que no haya sentido un amor total y profundo por su pequeño y, al mismo tiempo, se haya visto dominado por la frustración y el enfado?
Nuestros pequeños nos ponen los nervios a prueba porque están explorando los límites de todo cuanto los rodea. Cada día, poco a poco, van aprendiendo y luego dominando nuevas habilidades y están emocionados por ponerlas en práctica.
Aunque a veces sea difícil educar a un niño durante la primera infancia (de 1 a 3 años de edad), sí que se puede hacer. Y el hecho de establecer límites y normas ahora, cuando su hijo está aprendiendo qué comportamientos son aceptables, le ayudará a evitar problemas mayores de cara al futuro.
He aquí algunas recomendaciones que lo pueden ayudar a llevar a su pequeño por el buen camino.
Controlar la conducta de los niños pequeños
Sepa cómo fomentar un buen comportamiento en su hijo, controlar sus berrinches y mantener la calma.
Sea coherente y consistente
En lo que respecta a la disciplina, es importante ser coherente. Los padres que no respetan las normas ni las consecuencias establecidas tienen hijos que tampoco las respetan. Por ejemplo, si le indica a su hijo que esté un tiempo a solas para tranquilizarse como debido a su mal comportamiento, asegúrese de cumplirlo. Haga avisos solo sobre cosas que pueda cumplir hasta el final. Las amenazas vacías socavan su autoridad.
Y no se olvide de que los niños aprenden observando a los adultos, sobre todo a sus padres. Por lo tanto, asegúrese de que su propio comportamiento es un buen modelo para su hijo. Cuando le pida a su hijo que recoja sus juguetes, será mucho más convincente si usted recoge sus cosas, en vez de dejarlas desparramadas por toda la casa.
Elimine las tentaciones
A estas alturas, ya habrá descubierto que su pequeño quiere explorar e investigar el mundo. Los niños de 1 a 3 años son curiosos por naturaleza, por lo que es sensato eliminar las tentaciones siempre que sea posible. Esto significa mantener aparatos como los televisores, los teléfonos y cualquier otro equipo electrónico fuera de su alcance. Así mismo, retire del alcance de su hijo cualquier objeto con que se podría atragantar (o sufrir asfixia por aspiración), como joyas, botones y otros objetos pequeños que los niños se pueden meter en la boca.
Y mantenga siempre los medicamentos y los productos de limpieza bien guardados en lugares adonde los niños no puedan llegar.
Use la distracción o la redirección de la atención
Si su pequeño se dirige hacia algún objeto que pueda ser peligroso o que no es apto para jugar, dígale con tranquilidad "No", y aparte al niño de ese lugar o bien distráigalo con otra actividad. Esto se llama “redirección” de la atención y es una herramienta estupenda de su kit educativo.
Es importante que no pegue ni abofetee a su hijo. A esta edad, los niños no pueden establecer una conexión entre su comportamiento y el castigo físico. Si pega a su hijo, el mensaje que le estará trasmitiendo será que está bien pegar a alguien cuando estás enfadado. Los expertos afirman que dar bofetadas no es más eficaz que otras formas de aplicar la disciplina, como la "pausa obligada".
Practique la pausa obligada
Si necesita ser un poco más duro con su hijo, la "pausa obligada" puede ser una forma eficaz de aplicar la disciplina. Esta técnica también recibe el nombre de "tiempo fuera" (del inglés: time out). A un niño de 2 o 3 años que ha estado pegando o mordiendo a alguien o bien tirando la comida al suelo, por ejemplo, se le debe explicar, usando una voz calmada y neutra, por qué su comportamiento es inaceptable y llevarlo al lugar designado como de "pausa obligada" (una silla de la cocina o al pie de la escalera) para que se quede en silencio y se tranquilice durante un minuto o dos.
Por lo general, 1 minuto por cada año de edad es una buena guía para la pausa obligada, y 3–5 minutos es mucho tiempo para un niño pequeño. Períodos más largos no tienen ningún beneficio añadido. Y pueden minar sus esfuerzos y socavar su autoridad si su hijo se levanta (y se niega a volverse a sentar) antes de que usted le indique que el tiempo ha terminado. Si su hijo se levanta de la silla antes de que haya acabado el tiempo de la pausa obligada, llévelo con calma (sin hablarle ni dirigirle ningún otro tipo de atención) a la silla u otro lugar donde hacía la pausa obligada.
Asegúrese de que el área de la pausa obligada carezca de todo tipo de distracciones, como juguetes, televisores y similares, y de que usted no le dedica ningún tipo de atención (como hablarle, establecer contacto ocular o parecer estar alterado) durante la pausa obligada. Ignore cualquier grito, lloro, chillido o súplica. Recuerde que la pausa obligada consiste en retirar cualquier tipo de atención positiva a su hijo. Lo mejor es dar por finalizada la pausa obligada cuando su hijo esté sentado tranquilamente. 5 segundos de tranquilidad bastan para dar por finalizada la pausa obligada tras haber cumplido el tiempo estipulado.
Cómo evitar las rabietas
Hasta los niños que se portan mejor tienen alguna rabieta (o pataleta) de vez en cuando. Las rabietas son frecuentes durante la primera infancia (de 1 a 3 años de edad) porque los niños pequeños pueden entender más de lo que pueden expresar, lo que les hace sentirse frustrados.
También se pueden sentir frustrados de otras maneras, como cuando no son capaces de vestir a su muñeca preferida o no consiguen hacer lo mismo que hace su hermano mayor. Puede haber luchas de poder cuando su hijo quiere más independencia y autonomía demasiado pronto.
La mejor manera de abordar las rabietas consiste en evitarlas, siempre que sea posible. He aquí algunos consejos que lo pueden ayudar:
- Asegúrese de que su hijo no está actuando solo para llamar la atención. Establezca el hábito de identificar los momentos en que su hijo se porta bien, y recompense a su hijo con atención positiva y elogios por su buen comportamiento.
- Permita que su pequeño lleve el control sobre cosas poco importantes. Esto puede satisfacer su necesidad de independencia y prevenir posibles rabietas. Deje que tome decisiones que usted puede respetar, como, por ejemplo: "¿Qué deseas tomar de postre, una manzana o un plátano?"
- Cuando su hijo esté jugando o intentando dominar una nueva habilidad, ofrézcale juguetes y juegos adecuados para su edad. Así mismo, empiece por algo sencillo antes de pasar a tareas que les planteen mayores retos. Esto le da confianza en sí mismo y lo motiva a probar cosas que le podrían resultar frustrantes.
- Cuando su hijo quiera algo, reflexione atentamente sobre su petición. ¿Le parece intolerable? De no ser así, trate de ser flexible.
- Conozca los límites de su hijo. Si sabe que su pequeño está cansado, no es el mejor momento para comprar en un supermercado ni para hacer con prisas otro recado más.
Cuando ocurren las rabietas
Si su hijo estalla y tiene una rabieta, manténgase lo más calmado posible. No complique la situación añadiendo a la rabieta su propia frustración. Los hijos lo notan cuando sus padres ya no pueden más, lo que puede aumentar todavía más su propio malestar. Intente entender qué le está pasando a su hijo. Por ejemplo, si su pequeño acaba de tener una gran decepción, tal vez necesite que lo consuele.
Los niños buscan y necesitan la atención de sus padres, y una forma fácil de obtenerla es portándose mal. Una de las mejores maneras de evitar las conductas que hacen solo para llamar la atención (como lloriquear, quejarse o chillar) consiste en ignorarlas. Cuando su hijo tenga una rabieta, siga con sus actividades, sin prestar ninguna atención a su hijo pero manteniéndolo siempre al alcance de su vista.
Tenga en cuenta que, cuando usted hago eso, es posible que la conducta de su hijo empeore en vez de mejorar. Puede ser muy frustrante, pero indica que el hecho de ignorar la pataleta está funcionando. Su hijo aumentará la intensidad de la pataleta para obtener su atención porque sabe que su mal comportamiento ha funcionado hasta ahora. Pero, cuando su hijo aprenda que el hecho de portarse mal no sirve para captar la atención de sus padres, su comportamiento empezará a mejorar.
Aviso: si existe el peligro de que su hijo se haga daño a sí mismo o a otros durante la rabieta, llévelo a algún lugar tranquilo y seguro para que se tranquilice. Ignorar las acciones del niño no es una actitud adecuada para gestionar el comportamiento agresivo o peligroso.
A algunos niños les cuesta mucho frenar las rabietas. En estos casos, trate de tranquilizar a su hijo, diciéndole: "Te ayudaré a calmarte". Puede guiar a su hijo a hacer varias inspiraciones lentas y profundas (como si fuera a soplar las velas de una torta), expulsar el aire y darle un abrazo. Pero, haga lo que haga su pequeño, no lo recompense cediendo en lo que le pida. Esto solo le demostraría que las rabietas son una forma eficaz que obtener lo que quiere. En lugar de eso, elógielo verbalmente cuando recupere el control y se calme. Recuerde que quiere enseñar a su hijo que la mejor manera de obtener lo que quiere es portándose bien.
A medida que van madurando y van mejorando sus habilidades lingüísticas, los niños sobrellevan mejor la frustración, y las rabietas se vuelven menos frecuentes. Si tiene dificultades para manejar las rabietas de su hijo o alguna duda sobre cómo aplicar la disciplina, consulte a su médico para que le aconseje.