Terrores nocturnos
¿Qué son los terrores nocturnos?
Un terror nocturno es similar a una pesadilla, pero es mucho más dramático. Si un niño tiene un terror nocturno, se despertará gritando y resultará imposible consolarlo. Los niños no parecen darse cuenta de que alguien está intentando ayudarlos a sentirse mejor. Finalmente, el niño se vuelve a dormir y, en general, no recuerda el terror nocturno al despertarse.
Los terrores nocturnos pueden causar alarma, pero no son nocivos y casi siempre, los niños los superan.
¿Cuáles son los signos y los síntomas de los terrores nocturnos?
Un niño con un terror nocturno tal vez:
- se siente repentinamente en la cama
- esté muy alterado y asustado
- grite con angustia
- respire más rápidamente y tenga una frecuencia cardíaca más elevada
- esté sudando
- mueva las piernas
- se levante y salga corriendo de la cama
Después de unos minutos, o un poco más, el niño se calma y se vuelve a dormir.
¿Qué ocurre durante los terrores nocturnos?
Los terrores nocturnos suelen ocurrir entre 2 y 3 horas después de que el niño se queda dormido. Este es el momento en el que el cerebro no se encuentra en las etapas REM (movimientos oculares rápidos) del sueño. El niño se despierta parcialmente y el área del cerebro que controla las respuestas de "lucha o huida" está con demasiada estimulación. Esto hace que el niño sienta pánico y esté aterrado.
Los terrores nocturnos son más habituales en niños menores de 13 años. Como ocurren cuando un niño está parcialmente despierto, las cosas que interrumpen o dificultan el sueño (como la apnea obstructiva del sueño y el reflujo) pueden aumentar la probabilidad de tener terrores nocturnos.
Otras cosas que pueden aumentar la probabilidad de tener terrores nocturnos incluyen:
- no dormir lo suficiente
- estar enfermo
- tomar algunos tipos de medicamentos
- dormir en un nuevo ambiente o lejos del hogar
- la ansiedad o el estrés
- consumir demasiada cafeína
Los terrores nocturnos y otros factores que interrumpen el sueño, como el sonambulismo, suelen ser hereditarios.
Un niño podría tener un solo terror nocturno o varios antes de que desaparezcan. En la mayoría de los casos, los terrores nocturnos simplemente desaparecen por sí solos antes de la adolescencia.
¿Cómo se diagnostican los terrores nocturnos?
Los médicos suelen diagnosticar los terrores nocturnos preguntando qué ocurrió y haciendo una exploración física al paciente. En general, no es necesario hacer pruebas médicas.
¿Cómo se tratan los terrores nocturnos?
Los médicos les enseñan a los padres qué deben hacer cuando su hijo tiene un terror nocturno y cómo ayudar a prevenirlos.
Los terrores nocturnos pueden ser sumamente alarmantes para los padres, quienes se sienten inútiles cuando no logran consolar a su hijo. Pero los niños están bien y probablemente no recuerden el terror nocturno al día siguiente.
Si su hijo tiene un terror nocturno, la mejor forma de manejarlo es la siguiente:
- Siéntese en silencio cerca de su hijo.
- Asegúrese de que no se lastime por si patalea o comienza a correr.
- Espere pacientemente hasta que el niño vuelva a dormir, lo que suele ocurrir en unos pocos minutos.
No intente despertar a su hijo. Esto no suele funcionar y los niños que se despiertan probablemente estén confundidos y alterados. Es posible que además tarden más tiempo en calmarse y volver a dormirse.
Para ayudar a su hijo a prevenir los terrores nocturnos, intente lo siguiente:
- Ayude a su hijo a manejar el estrés.
- Ayude a su hijo a tener una rutina simple y relajante para irse a dormir.
- Asegúrese de que su hijo descanse lo suficiente.
- Si su hijo tiene apnea obstructiva del sueño o reflujo, siga las recomendaciones de tratamiento que le dé su médico.
Si su hijo tiene terrores nocturnos aproximadamente a la misma hora todas las noches, puede intentar despertarlo entre 15 y 30 minutos antes para ver si esto ayuda a prevenirlos.
¿Cuándo debería llamar al médico?
La mayoría de los niños superan los terrores nocturnos. Pero hable con el médico si ocurre lo siguiente:
- Los terrores nocturnos duran más de 30 minutos, ocurren más de una vez a la semana o impiden que su hijo duerma bien.
- Su hijo parece estar muy triste, asustado o estresado durante el día.
- Su hijo babea, está rígido o se sacude durante un terror nocturno.
- Su hijo ronca, tiene acidez o ardor de estómago o eructa con frecuencia.
¿Qué más debería saber?
Comprender los terrores nocturnos puede aliviar sus preocupaciones y ayudar a que usted también duerma bien. Si continúa preocupado, hable con el médico de su hijo para saber si podría ser útil ver a un especialista en sueño o a otro especialista.